sábado, 19 de julio de 2014

Vacaciones sin tecnología

"Mami, gracias por sacar vacaciones" y un fuerte abrazo ponían fin a nuestro paseo de medio año. Mi corazón se sintió más que agradecido y enternecido con el gesto de mi hija menor.

Hacía meses que esperábamos la oportunidad de irnos a unos días a descansar. Una fuerte época de trabajo nos había impedido armar mochilas y buscar la montaña.

Y es que irnos a la montaña es la oportunidad para desconectarnos de todo y reconectarnos con nosotras. Sin televisión, sin Internet y con escasa señal de celular, tenemos el tiempo y la disposición para aprovechar el tiempo de otra manera.



Largas caminatas por senderos, de subida y de bajada; jugar "un, dos, tres, quesito" o escondido, buscar palitos pequeños para iniciar el fuego de la chimenea al final de la tarde, deslizarse con cartones por  inclinaciones del terreno, armar rompecabezas y que hagan sus pulseras de ligas, sin que suene el teléfono, sin que haya que responder un correo y sin la tentación de ingresar a las redes sociales, son cosas que a veces parecen cada vez más ajenas.

Supongo que tarde o temprano a mis hijas ya no les gustará tanto que nos "desconectemos", pero aprovecho el momento y siempre lo disfruto al máximo.

En tiempos en que siempre estamos localizables por cualquiera de los medios disponibles, cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar, uno ve como los espacios familiares se ven interrumpidos por cosas "urgentes". Estoy consciente de que ellas, a pesar de que les había explicado que se trataba de unos meses de trabajo intenso, resintieron el poco tiempo libre y que tuviera que atender llamadas, responder correos o sentarme a escribir algo cuando se suponía que debíamos estar compartiendo.

Una semana es tan poco para compensarles tanta paciencia, que ahora siento deseos de desconectarme más a menudo.