Mi hija mayor era la que más se oponía, decía que era más sencillo que fueran a comprar cualquier peluca o que se pusieran un pañuelito en la cabeza. Le conté que no todas las mujeres se sienten bien con un pañuelo en lugar de una cabellera y que la sensibilidad de la piel que cubre el cráneo es aún mayor después de un tratamiento. También le comenté que quizás estábamos ayudando a gente que no conocíamos, pero que el día de mañana podía ser cualquiera de nuestra familia...
Después de escucharme, lanzó un suspiro y dijo: "pero que no te quede muy corto".
Pasaron un par de meses más y las palabras me alcanzaron; una de mis tías tiene cáncer y hoy, con mayor razón, me quité 24 cm de cabello.