martes, 31 de diciembre de 2013

La vida como parque de diversiones...

Después de pasar el último día del año en el Parque de Diversiones, me quedaron algunas ideas dando vueltas...

Uno podría ver la vida como un parque de diversiones en el que uno tiene que hacer que valga el boleto que compró, sobre todo si se trata de un pase especial.

Escogemos los juegos a los que subimos y a otros vamos más por el empuje de la compañía que por el convencimiento. Sabemos de primera entrada que algunos no son para nosotros, así que vemos los toros desde la barrera.

Con otros, nos animamos a probar y con suerte, al llegar a la entrada, podemos dar media vuelta y cambiar de rumbo porque nos damos cuenta de que no nos conviene, mientras que en ocasiones ya estamos allí, arriba o abajo, sacudidos, removidos y con ganas de parar y decir "me quiero bajar", pero no se puede si no hasta que, a manera de un tránsito planetario por una casa determinada, termine de pasar.

La vida puede ser como esa visia al parque de diversiones, vas a eso, a pasarla bien. Sin embargo, una vez allí, hay que caminar para hallar la atracción mecánica que quieres disfrutar, hacer fila y hacerse el loco con las demoras y luego, por fin, ese pequeño espacio para liberar energía y que solo dura un "ratico"... igual que la felicidad está hecha de ratitos.

Bajadas vertiginosas, giros locos como los que hace el destino, subidas empinadas como cuando te caes y hay que sacudirse el polvo de las rodillas para seguir, cosas que te ponen de cabeza como ciertas emociones que te encontrás a lo largo de los años...

Sí, la vida puede ser como una visita a ese lugar de juegos en el que estás dispuesto a asolearte o llevarte un aguacero encima, es dejar que el viento te despeine y te alborote el cabello, es buscar energía para seguir disfrutando porque no quieres que se acabe...

Yo quiero hacer valer mi boleto. Espero que ustedes también. ¡Feliz Año Nuevo!